Nelson A. Hernández Cedeño: Peligro en la era de la inmediatez


Rodrigo Figueroa Reyes, publicitario argentino y padre del Advertainment hacía mención en su más reciente conferencia que hoy, estamos en la era del Micromarketing o la Microcelebridad. Es la era donde todos queremos participar y generar contenidos y que cada vez más, las marcas no comunican a segmentos de mercado sino a audiencias agrupadas por sentido de pertenencia, o sea, a personas que comparten su vida entera con el mundo en apenas segundos, gracias a un ¡click!

¿Será bueno o malo? ¡Quién sabe! Sin embargo, estamos viendo con más regularidad que, si no usted no es parte de una comunidad de streaming, sobre todo pagada, como Netflix, Spotify, Amazon, iTunes, YouTube, LinkedIn entre otras, no está a la moda y no es nada o nadie.

El mundo nos ha vendido tanto el concepto de consumo que hasta vende lo que ya de por sí es gratis, ¿un ejemplo? Agua embotellada… y muchos, por aparentar que consumen X marca, llenan sus botellas vacías del grifo, a esas, cariñosamente yo les llamo “Chagrísimas”.

El ser humano entró a una recta de consumo tal, que muchos no se detienen a pensar si vale la pena o no hacerlo, prefieren comprar lo que no pueden ni necesitan endeudándose con tarjetas o empeñando su alma al diablo, para aparentar lo que no son, ante gente que no le importa. Esto ha generado una dependencia tal o adicción al consumo, que trae como consecuencias entre otras cosas: Estrés, rabia, depresión, pánico y hasta suicidios. De acuerdo con estadísticas que se comparte en las redes, en Panamá cada 3 días una persona comete suicidio y a diario hay 6 intentos.

Hemos llegado un punto, donde es más conveniente apagar nuestra conciencia y no pensar más allá de los 9.99 mensuales y lo que emocionalmente nos pueda costar ser parte de un grupo. A tales niveles hemos llegado que, algunos “influencers”, venden su alma al diablo a cambio de “regalitos” con tal de mantener su estatus de vida, dejando a un lado lo que realmente significa e implica ser un influenciador de marcas o vidas, Gaby Castellanos, una de las verdaderas influenciadoras más renombradas del mundo, cuestiona duramente a las marcas sobre esta elección para promocionar productos o servicios.

Ahora yo hago una pregunta a las marcas que usan “influencers” como medio de comunicación… El éxito de cualquier campaña de marketing digital se mide a través de indicadores como engagement, seguidores, el tráfico a website, entre otros, pero lo que realmente hace a las empresas felices es el ROI (retorno de inversión) por su siglas en Inglés, de todos los indicadores, este es el único que dice realmente cuánto de lo que invierte una marca está regresando a sus bolsillos. ¿Vale la pena seguir “invirtiendo” o mejor dicho manteniendo a alguien que solo postea la foto de sus “regalitos” sólo para que mantenga su estatus de vida a cambio de un retorno de inversión bajo? Se lo dejo de tarea.

Cuidado con lo que consumimos y seamos más observadores de lo que consumen nuestros hijos, amigos o familiares, el peligro de la era de la inmediatez es palpable a diario, cada vez más nos estamos rodeando de personas que ya no les llena el tener y se están inundando en un vació existencial enorme, por ende, ya no son felices con tener lo último que la moda imponga.

En la película “El abogado del Diablo” Al Pacino en su papel de satán decía una frase poderosa “La vanidad es mi pecado favorito” … ¿A costa de qué? preguntaría al mundo.

Paul Ekman, el padre de las micro expresiones hace una análisis profundo de la tristeza en su “Atlas de las Emociones” estudio que recomiendo leer muy detenidamente en internet, en él desglosa las etapas de esta emoción, lo que la detona y genera en decepción, desolación, distracción, desesperación, resignación, incapacidad, miseria, dolor, angustia, vacío, abandono y de ahí al suicidio.

Tristemente hemos sido testigos como famosos que, teniendo todo y viviendo del “éxito”, se sintieron solos y abruptamente terminaron con sus vidas, Robin Williams, Anthony Bourdain, Curt Cobain son algunos de ellos.

Hay algunos hogares que entraron peligrosamente a la era de la inmediatez, al niño(a) lo llenan de regalos costosos como tablets o teléfonos inteligentes, suscripciones a los servicios que mencioné antes solo para compensar la ausencia de padre o madre.

Esos mismos niños los vemos en escuelas y universidades dando la media y no la excelencia, teniendo la capacidad para hacerlo, y que a su vez son premiados inmediatamente con una calificación favorable, haciéndoles ver que sin esfuerzo pueden alcanzar sus sueños sólo porque el profesor teme salir desfavorecido en sus evaluaciones. Estos mismos jóvenes luego llegan a las empresas creyendo que pueden ser gerentes de la noche a la mañana y pretenden resolver todo con un “Click” sin sacrificios.

A veces, hasta su vida personal la manejan igual y suelen ser los mismos cuyos matrimonios duran meses sólo porque no están dispuestos a ceder y construyen relaciones inmediatas a través de apps o redes sociales sin tomarse el tiempo de compartir un café, platicar, conocer a la otra persona, intercambiar expectativas.

Aquellos cuyos matrimonios han durado saben que, ni dedicando una vida completa, uno termina de conocer a su pareja y que, en el matrimonio, lo inmediato no necesariamente es la mejor decisión.  Qué peligroso es creer ciegamente en la era de la inmediatez… ¡Qué peligroso!